martes, 23 de junio de 2009

Necesidades innecesarias de la mano de la publicidad

Uno de los grandes atractivos de nuestra Ciudad, (digo, atractivos porque están muy bien hechos y además llaman la atención) son los carteles publicitarios. O tienen una imagen graciosa, que al verla tres veces seguidas uno sigue riendo, o tienen alguna foto alucinante de nuestras bellezas argentinas, o sólo una frase que más de uno la lleva como propia. Sea como sea, la publicidad en Argentina es una de las mejores del mundo. Tienen creatividad, picardía, cinismo, ternura y hasta morbosidad. Pero detrás de eso, algo se esconde. No es el fin que sólo llame la atención, sino que posee un trasfondo más siniestro. Y hasta cruel.

Si nos adentramos por un momento en la creación de la publicidad, sea televisiva, radial o gráfica, podemos saber que el publicista trabaja de la siguiente manera:
Se acomoda muy placidamente en su cómodo sillón de oficina, esto es, con las piernas encima de su escritorio. Se lleva el lápiz o la lapicera a la boca, juega con el. Mira el techo, sus zapatillas, se rasca la oreja y sigue con la mirada perdida en la nada. O en el horizonte del escritorio de su computadora. Hace garabatos, escribe frases en un papel, lo mira como si fuese obra de arte. Y voila! De la aparente nada surge una idea. Una frase, un color, un slogan (para ser usar las palabras correctas), una imagen. De la cual sólo tiene un objetivo.
Lavarnos la cabeza para necesitar lo innecesario. Hacer una tremenda campaña para que cuando haya que pasar por la góndola del súper elijamos casi por inercia a Coca Cola. Y no a otra marca. Justamente de eso se trata. Del mercado de las marcas. De lo que no necesitamos que se convierta en algo fundamental.

Y muchas veces ni nos entendemos, cuando salimos corriendo a buscar “esas zapatillas” que obviamente las uso Carlitos Tevez. Así le fue, es un Dios de la pelota. Por ende, con esas zapatillas, algo de éxito puede ser que logremos en nuestra miserable vida. Esto es solo una consecuencia, que por más ridícula que parezca, tiene su lógica. Por supuesto, en el trabajo del publicista.
Imagínense que tengamos (como esa vieja película que nadie vio) anteojos mágicos de la verdad. Y salgamos a dar un paseo por la City porteña. Con los anteojos, el cartel rojo de Coca Cola diría, “Consúmeme”, la lencería que usa Araceli Gonzáles, y no una mujer de cuerpo estándar, diría “Usa esta ropita, así sos sexi como yo”. Y esa parejita con un nuevo celular diría “somos re felices, sólo porque ahora tenemos 3000 mensajes de texto gratis y llamadas de por vida”.

¿Acaso no es así? Insisten en el consumismo. Insisten en provocar a nuestro bolsillo, ¿y donde esta la publicidad sobre un exitoso libro, o alguna frase que al verla nos inspire felicidad o amor incondicional? Siempre se trata de lo mismo. De lo que no tenés y DEBERIAS tenerlo. Muchas cosas pasan de moda, porque para el mercado publicitario dejo de ser rentable. Y otras tantas vuelven, porque una vuelta de rosca al concepto publicitario logró que la gente vuelva a interesarse. Pero es la misma cosa de hace 10 años. Vemos como la creatividad puede mover montañas…O fangotes de guita. O de personas.

Tengo una anécdota de cómo influye la publicidad del consumismo, hasta en los sectores mas bajos de la sociedad (económicamente hablando, no?).
Caminaba por debajo de la tierra, a punto de tomar un subte. Y en eso se me acerca una niña con aspecto desprolijo y daba la impresión de que vivía en la calle, o estaba pidiendo una moneda al paso. Me mira y dice: ¿Me compraría algo para comer? Y como bien argentina que soy, le dije NO. (Pensando de ante mano que si le daba alguna moneda compraría pegamento para aspirar) Entonces continuo insistiendo, y en vez de comida fue más específica. ¿Me compraría unas Pepitos y un juguito Ades? Acababa de lograr que yo le prestara atención. Ella quería Pepitos y Ades. No unas galletitas y algo para tomar. Lo tenia bien claro. Vemos como desde sectores tan carenciados la publicidad ha logrado invadirse hasta por los poros.
A esto le llamo, decir las cosas por su nombre: “Ma, me das “Savora” para el pancho? Tenés boligoma? O mejor lo pego con “la gotita”? Está mojada la ropa, pasala por el Koinor. Me lastimé, pasáme una curita…

Invito a todos a pensar que otra cosita llaman por el nombre que se le ocurrió a un fulano de la publicidad. Es a lo máximo que aspiran, que un producto pueda ser llamado como a ellos se les ocurra.

Nadia B Salva

lunes, 8 de junio de 2009

Basta de mi.

Todos y todas transitamos ese camino. En el cual parece no importar nada más y sólo nos incentiva seguir con lo que hacemos, el sueño de que algún día las obligaciones terminarán. Obligaciones de todo tipo. El laburo, los jefes, los amores que ya no son tan amores, la familia que nos tocó y ya no hay ganas de seguir tolerando. Los estudios. Los exámenes. Nosotros mismos. ¿Peor karma que nosotros mismos hay?

Conozco mucha gente, sin discriminación de edades, que lo único que los motiva para seguir laburando, son las vacaciones, el cobro del aguinaldo que va al chanchito, y el finde. He hablado con otros que, se miran al espejo por la mañana y ni se estiman. Cuentan una arruga más del ojo.

Un día dije BASTA. Sin medir consecuencias, sin pensar en el futuro ni en ningún plan. Ese día comencé a vivir. Bolso en mano, $60 mangos en el bolsillo, laburo al tacho, pareja de ese momento dejada de lado, un adiós a mis amigas y un llanto para mi familia.

Sólo fueron 380 Km. de casa, solo fueron 30 días fuera de lo cotidiano.Yo y yo sola. Alejada. Trabajando. Comiendo. Durmiendo. Llorando. Riendo. Viviendo. Pero sobretodo, sabiendo que algún día tenia que aterrizar al pasado, volver a las raíces y a mi techo. Aún no estaba preparada para afrontarme a mi misma. Pero si me conocí.
Comí muchas galletitas para no gastar plata en otra cosa, caminaba en vez de tomar colectivo, mientras me duraba la pila del mp3 Incubus estuvo ahí.
No gastaba mi tiempo en el espejo, la naturalidad de los veinte-algo me toco la puerta.Mi agenda tipo cuaderno se cubrió de nombres y teléfonos nuevos. De gente en búsqueda de otra cosa, de otros lugares. He insisto, en búsqueda de ellos mismos.
Recuerdo ese viaje al interior de uno mismo, para engañarme un poco más y saber que en cualquier momento estaré esperándome.
Y aguardo a veces con ansiedad, a que mi osadía interna diga, “Basta!” y me encuentre agarrando el bolso y partiendo otra vez.

Nadia B Salva

Algo por Christian Bialogurski

Cuantas personas en este mismo instante se están prendiendo un pucho, y cuantos a su vez, en todo el planeta, necesitaran un transplante de pulmón.
Cuantos andarán riendose de nada y otros tantos llorando por demasiado.
Cuantos estarán regalandole un abrazo a quien no lo sabe valorar, debe haber algún otro al cual lo llene desde adentro.
Cuantos leerán sin comprender, ni detenerse, y otros pocos comprenden tanto sin siquiera ojearlo.
La realidad angustiante de cada uno es inherente a aquello que al otro le sobra sin necesidad, y eso se da sin que lo notemos.
El detenerse y ponerse en el lugar del otro, tan solo en un esbozo de un instante que te desborde, te servirá para sentir las cotidianeidades que te llenan el alma.

C.B

Martín interminable

Hace cinco segundos me acaba de suceder uno de los peores garrones de toda mi vida, estoy en la clase más aburrida que existe, con el Pampa. Paralelamente esta Boca jugando por la libertadores, y uno de mis ídolos, Martín hizo su gol n° 200 y no lo pude gritar.
Me muero de impotencia.

Christian Bialogurski