miércoles, 20 de mayo de 2009

Horror en La Paternal

Una mañana de los primeros días de Otoño me subí al colectivo para ir a mi querido trabajo. Viajaba como el orto y, para colmo, el calor era agobiante. Cuando subí, el colectivo ya estaba hasta las manos. El conductor decidió no subir más gente, provocando el enfado y el disgusto de aquellos que, parada tras parada, extendían sus brazos sin conseguir lo que tanto esperaban. A la altura de la cancha de Argentinos Juniors, escuchamos un fuerte golpe en el costado del coche. Como el chofer tuvo que detenerse para ver qué es lo que estaba sucediendo, vimos por la ventana a una mujer de aspecto amazónico con piedras en la mano, que gritaba “¡Pará hijo de puta, pará la puta que parió, pará forro, pará!”. Acto seguido, aprovechó para asomarse justo por la ventana que se encontraba frente a mí para gritar “¡Y ustedes, manga de hijos de puta, corranséN un poco más para atrás, así podemos entrar nosotros!”. El llanto de la niña que se encontraba en el asiento de la ventana no pudo ser contenido por su madre. Nosotros, ciudadanos de bien, que pagamos nuestros impuestos y exigimos seguridad, tuvimos miedo. Afortunadamente, el colectico pudo volver a arrancar y alejarse de esa endemoniada mujer, que nos despidió con otro piedrazo.


Fede.

4 comentarios:

  1. Otro día relato la que me pasó el otro día con una vieja mística arriba del 110, que pretendía llevarme por el camino de Jesús. Los bondis son un móvil de bizarreadas constantes. Y ni les cuento el tren...

    ResponderEliminar
  2. jajajajaja
    no la habia escuchado en la clase por que llegue tarde ese día!
    es muuy buenaa!! que grande la loca esa! muy bueno

    ResponderEliminar
  3. para pensar de la anécdota: cómo se muestra la ironía, es suficiente que aparezca al final, para leerlo desde ahí?

    slds
    S

    ResponderEliminar
  4. Un cana en cada esquina, un cana en cada semáforo. Exijo un cana en cada colectivo!!!!

    Na.

    ResponderEliminar